Me pregunto si todo es visible a nuestros ojos. Pienso que mis ideas vuelan en una superficie paralela la cual no manejo yo, es como si una nube se llevase la imaginación que tengo a otra dimensión. No controlo nada, soy una mísera vida en este gran planeta. Pero algo me tiene preocupada, algo que es inesperado me aterra, como una sensación que me pertenece solo amí. Es mi compañera en cada discurso al viaje de la soledad. Me ayuda, y a veces de manera triunfal se desvanece. Es algo que no logro percibir con exactitud. Como una ráfaga de sentimientos inalcanzables. Esta amiga me avisa en momentos puntuales de lo que trae el tiempo consigo. Como si una hoja arrastrada por el viento del futuro se pegase en mi frente dejando algo escrito... algo que me es complicado descifrar. No logro entender lo que sucede, como si mi yo físico se parase y mi alma siguiera originando planes, es realmente desconcertante. Nadie me entiende, mi estado de ánimo no es el mismo, cambia constantemente, como un coche que cambia su marcha y derrapa en mis ojos. Buscando aparcamiento en mis sueños.
Seré rara, pero lo que sé es que debo comenzar a adentrarme en este mundo. Mundo que me dirige y me trastoca. Es como si de un nuevo sentido se tratase, y durmiese en mí. Y cuando se despierta, no quiero nada, solo caminar y darle paso en mi mente originando pues, su plan malévolo. Hasta que le toque la hora de descansar, y poder yo intentar convencerme de que no pasará nada, que son imaginaciones mías. Y la mentira se alimente de mi miedo.
A veces necesito huir, y dejar la mente en blanco. Pero siempre aparece el lápiz que se cae del lapicero, dejando en el folio una ralla. Y dándole paso al billete de ida, percatándose de que siempre habrá una vuelta. Intento confundirme entre risas, e historias ajenas. Para no desembocar en la depresión de el río de mi vida. Río al cual le dan vida unas corrientes especiales, acompañadas de montañas que lo aguardan y protegen de fuertes temporales.