Me está anhelando un pensamiento que me tortura.
No puedo dejar de preocuparme por algo que he hecho mal...
Sé que no siempre actuamos a conciencia... Algunas veces, por no decir la mayoría por impulsos.
Grandes impulsos que hacen de ti un gran depredador en acecho cada segundo.
Aquellos que consiguen algo directo, y otras que invitan los problemas.
Esos impulsos los cuales salen del corazón, y otros de tu mente.
Todos no son iguales, pero sí tienen un mismo objetivo...
Dejar de pensar, dejar de pensar y lo más importante dejar la puerta abierta a cada problema.
Dejar de pensar, dejar de pensar y lo más importante dejar la puerta abierta a cada problema.
Aunque quizás hay veces que esto lo empeora, y te hace sacar de ti cosas que ni esperabas.
Quizás no te das cuenta... pero haces daño, tú y tus impulsos.
Sé que a mí me hacen más fuerte, me transmite más seguridad en mí misma...^
Pero no siempre puedo ir de mano de la Locura y su amiga insensatez.
Me exijo demasiado, me exijo y vuelvo a hacerlo, hasta el punto de debilitarme interiormente.
No es que sea fuerte, es que mis lágrimas visten de una capa de la invisibilidad.
No es que sea mala, es que veo absurdo el ocultar algo que pienso.
No intento mostrarme agresiva, ni sin razón, pero creo que ya esos impulsos están en mi.
Están en mi y no se van a ir, tampoco quiero que lo hagan.
Hacen de mí lo que soy, tanto malo como bueno.
No hay que dejarse llevar por los impulsos, ni dejar que se apoderen de ti.
Pero si dejar que te acompañen, hasta el punto de que sean esenciales en tu vida.
Me habrán probo cando malos finales... y quizás un final que no pensé que llegaría
Pero si ha sido así, me aferro a ello.
Todo lo que pasa, pasa por una ingrata razón, queramos o no.
No sabemos lo que la vida nos deparará mañana, ni siquiera hoy
por eso hay que estar preparado...
Aunque nunca se esté del todo...
Siempre podemos acogernos de lo inesperado.